viernes, 8 de junio de 2012

Juan de Mesa

Poco sabemos de la vida de Juan de Mesa y Velasco. Por curioso que resulte no hay ninguna información, que pudiera haberse reflejado en el ardiente siglo XVII, que nos permita hacernos una idea de como transcurrió su vida. No existe tampoco (o al menos se desconoce) ningún cuadro o imagen del imaginero.
    Juan de Mesa y Velasco nació en Córdoba en el año 1583. Cuando contaba con veintitres años ingresó en el taller de Martínez Montañés, en Sevilla, siendo un discípulo leal y ordenado que inició sus estudios en humanidades mientras olía a madera tallada.  Quién sabe si su trabajo de peón al lado de tan gran maestro y la superación al mismo pudo influir en su posterior ocultamiento, posiblemente premeditado por sus contemporáneos. Se casó con María Flores y se instaló en la calle Pasaderas de la Europa, cerca de la Alameda de Hércules. Sabemos además que perteneció a la hermandad del Silencio, siendo miembro activo de su Junta de Gobierno de dicha hermandad, la cual albergaba entre sus hermanos a numerosos sevillanos ilustrea.  Como consecuencia, al parecer, de una tuberculosis falleció a la temprana edad de cuarenta y cuatro años estando enterrado en la Iglesia de San Martín de Sevilla.
    Sus obras siempre le han sido atribuídas a su maestro permaneciendo su nombre durante tres siglos oculto a la historia, no obstante, hoy día Juan de Mesa se considera el representante más importante del realismo sevillano. Bermejo Carballo y Rodríguez Jurado lo citaron inicialmente en sus escritos, despertando de ésta forma, el ansia de conocimiento de algunos investigadores como José Hernández Díaz, Celestino López Martínez, Antonio Muro Orejón y Heliodoro Sánchez Corbacho, verdaderos propulsores y responsables de que hoy conozcamos al imaginero cordobés. El trabajo de Juan de Mesa parece que fue dedicado casi en exclusividad a las imágenes procesionales, realizando estudios anatómicos de los procesos premortales y observaciones de cadáveres que le permitieron plasmar en la madera obras llenas de realismo. Realismo, éste, que instó a la propagación del culto a Jesús por parte de una población que veía "más cerca" los momentos pasionales de Jesús y su sufrimiento, constituyendo un acrecentamiento de la devoción entre el pueblo cristiano. Ese fue su éxito

No hay comentarios:

Publicar un comentario